Reflexionemos sobre la situación del Japón

Japón vive momentos de extrema gravedad.

No obstante, el terremoto, el tsunami y la crisis nuclear, han servido para exteriorizar el admirable comportamiento del ciudadano japonés.

La cultura de prevención quedó demostrada minutos antes de la tragedia cuando fueron utilizados todos lo medios posibles para anunciar la catástrofe que se avecinaba. Altavoces, radio, televisión, correos electrónicos y hasta  celulares fueron empleados para advertir a la población del peligro. Sin embargo, el embate marino fue mucho más pavoroso que lo imaginado causando miles de víctimas.

Luego del cataclismo, la ejemplar actitud de la población se manifestó en cada una de sus acciones. A pesar del comprensible temor, jamás se perdió la calma, el orden y la reacción serena y meditada.

La conducta cívica de los  damnificados siempre estuvo de presente a pesar de la angustia, la sed y el hambre. En medio del desastre, sin policías, ni leyes, no hubo el menor indicio de  saqueo, pillaje, vandalismo, ni acciones violentas.

A todo ello debe añadirse el elevado espíritu solidario que incluyó también a los grandes centros comerciales que pusieron a disposición de todos sus productos en forma racionada y a precios rebajados.

¿Que podemos aprender del desastre que vive el pueblo japonés?

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