Vemos el mundo como somos.[i]
Todos vemos el mundo a través de nuestro par de anteojos; anteojos que vienen de nuestros antecedentes únicos y experiencia de acondicionamientos, anteojos que crea nuestro sistema de valores, nuestras expectativas, nuestras suposiciones implícitas sobre cómo es el mundo y cómo debería ser.
Una de las principales razones detrás de las rupturas de comunicación es que las personas involucradas interpretan el mismo evento de manera diferente.
Sus naturalezas y antecedentes diferentes los condicionan a hacerlo así. Entonces al interactuar sin tener en cuenta por qué ven las cosas de manera diferente, empiezan a juzgarse.
Por ejemplo tomemos algo pequeño, como la temperatura del salón. El termostato de la pared dice 26 grados. Una persona se queja: “Hace mucho calor” y abre la ventana; la otra dice: “Hace mucho frío” y la cierra. ¿Quien tiene razón? ¿hace mucho calor o mucho frío? El hecho es que ambos tiene razón.
La lógica diría que si dos personas difieren y una está en lo correcto, la otra está equivocada. Pero esto no es lógica. Ambos tiene razón, cada uno desde su punto de vista.
Al proyectar nuestra experiencias condicionantes al mundo exterior, suponemos que estamos viendo el mundo como es. Pero no es así. Estamos viendo al mundo como nosotros somos, o como hemos sido condicionados a ser.
Y hasta que no obtengamos la capacidad e separarnos de nuestra autobiografía (quitarnos nuestros propios lentes y ver realmente el mundo con los ojos de otros), no podremos formar relaciones profundas y auténticas, ni tener la capacidad de influenciar de manera positiva.
[i] Stephen R. Covey. “Los siete hábitos de las familias altamente efectiuvas”, Ed. Grijalbo 1998.