Si queremos ayudar, primero hay que tener GENEROSIDAD DE PENSAMIENTO.

La forma en que pensamos acerca de la caridad es totalmente equivocado.

Buckminster Fuller dijo, que en un mundo que funcione para todos, sin que nadie y nada quede fuera de él, el sector de organizaciones sin fines de lucro tiene que ser una parte importante de la conversación. Sin embargo, no parecen estar funcionando correctamente. ¿Por qué las asociaciones de lucha contra el cáncer de mama no se acercan a la búsqueda de una cura para la enfermedad, o las  obras de caridad para gente sin hogar no se acercan a solucionar la  falta de vivienda en cualquier ciudad importante? ¿Por qué la pobreza se mantiene estancada en el mismo porcentaje de la población de la mayoría de los países durante décadas, aún en alguno de aquellos países considerados desarrollados?

La respuesta es que estos problemas sociales son enormes en escala, y las organizaciones sin fines de lucro que luchan contra esos problemas son pequeñas a su respecto, pero además existe un sistema de creencias que las mantiene pequeñas. Hay dos tipos de reglas distintas. Tenemos un tipo  para el sector sin fines de lucro y otro para el resto de la economía mundial. En realidad se conspira y discrimina en contra del sector sin fines de lucro.

Así, en el sector con fines de lucro, cuanto más se produce, más dinero se puede hacer. Pero no es lo mismo cuando se incentiva a la gente a producir más dentro del servicio social. Tenemos una reacción visceral a la idea de que alguien pudiera hacer mucho dinero ayudando a otras personas. Es interesante observar que no tenemos esa misma reacción contra  la noción de que las personas hacen un montón de dinero sin ayudar a otras personas. Por ejemplo, si se quiere hacer 50 millones de dólares vendiendo videojuegos violentos a los niños, se puede ir por ello. Pero si se quiere hacer medio millón de dólares tratando de curar los niños de la malaria, lo mas probable que se le considere parásito.

¿De dónde nos viene esta forma de pensar? Tal vez de alguna creencia puritana acerca de que la caridad es la respuesta al fin de lucro de la sociedad. Así que por supuesto, ¿cómo puedes ganar dinero en caridad si la caridad era su penitencia para ganar dinero? Entonces, el incentivo financiero fue desterrado del reino de ayudar a otros para que pudiera prosperar en el área de ganar dinero para sí mismo, y por lo menos en los último 400 años nada ni nadie  ha intervenido para decir: “Esto es contraproducente y además es injusto.”

En tal sentido se nos han enseñado que la caridad debe gastar lo menos posible en las costos necesarios para lograr un mejor resultado. Como por ejemplo cuanto menos dinero se gaste en la recaudación de fondos para una obra de caridad, más dinero habrá disponible para la causa final. Bueno, eso es cierto si se trata de un mundo deprimente en la que esta torta no se puede hacer más grande. Pero si se trata de un mundo lógico en el que la inversión en la recaudación de fondos en realidad plantea más fondos y hace que el pastel sea más grande, entonces lo estamos haciendo precisamente al revés.  Deberíamos estar invirtiendo más dinero, no menos, en la recaudación de fondos, ya que la recaudación de fondos es la única cosa que tiene el potencial de multiplicar la cantidad de dinero disponible para la causa que nos preocupa profundamente.

Un ejemplo. En la década de 1990, una empresa de los Estados Unidos creó los viajes de larga distancia en bicicleta “AIDSRide”, que consistían en realizar una prueba de 60 kilómetros a lo largo de tres días con el fin de recaudar fondos para la lucha contra el cáncer de mama. En el transcurso de nueve años, participaron 182.000 personas, y se recaudó un total de 581 millones de dólares. Se recaudó más dinero y más rápidamente que por cualquier otro evento anterior. Y todo basado en la idea de que la gente está cansada de que le pidan a hacer lo mínimo que puede hacer, y que en realidad está anhelando medir la distancia total de su potencial a favor de las causas que les interesan profundamente. Claro que se llegó a que muchas personas participaran, mediante la compra de anuncios de página completa en el New York Times, en el Boston Globe, y por publicidad en radio y TV en horario estelar. O sea, claro que se invirtió en recaudar fondos.

Lo impresionante, es que “AIDSRides” con una inversión inicial de 350.000 dólares en capital riesgo. Y en sólo cinco años, se habían multiplicado 554 veces en 194 millones de dólares después de todos los gastos, destinados para la investigación del cáncer de mama. Y en el año 2002, sólo para ese año, se recaudó para la investigación del cáncer de mama la suma de 71 millones de dólares libre de todos los gastos. Pero luego de ese año la empresa cayó en quiebra, de repente. ¿Por qué? Sencillamente porque los patrocinadores decidieron alejarse de la empresa porque la organización sin fines de lucro estaba siendo crucificada en los medios por invertir el 40 por ciento de los ingresos brutos en la contratación de personal altamente capacitado y en el servicio al cliente. Entonces nuestro patrocinador probó los hechos por sí mismos. Y los ingresos netos para la investigación de la lucha contra el cáncer de mama se redujo en un 84 por ciento, o 60 millones de dólares en un año.

Esto es lo que ocurre cuando confundimos la moral con frugalidad. A todos nos han enseñado que la venta de pasteles con una ganancia del cinco por ciento es moralmente superior a la empresa de recaudación de fondos profesional con una ganancia del 40 por ciento, pero nos falta la pieza más importante de información: ¿cuál es el tamaño real de estos pasteles? A quién le importa si la venta de pasteles sólo tiene cinco por ciento de sobreprecio, si es pequeño? ¿Qué pasa si la venta de pasteles sólo logró 71 dólares para la caridad, ya que no hizo las inversiones apropiadas a su escala y la empresa de recaudación de fondos profesional anotó 71 millones de dólares porque lo hizo? Ahora, que pastel preferimos, y que tarta pensamos que las personas que pasan hambre preferirían?

Si realmente queremos cambiar el mundo, una parte de la forma en que lo haremos será cambiando la forma de pensar sobre estas cosas. El cambio real nunca va a suceder si se obliga obligar a las organizaciones sin fines de lucro a reducir sus horizontes con el objetivo de mantener bajo su costo operativo. Cuando de caridad se trate, debemos ser principalmente generosos de pensamiento, entonces el sector sin fines de lucro podrá desempeñar un papel enorme en el cambio del mundo, para beneficiar a todos aquellos ciudadanos más necesitados y hasta desesperados de que el mundo cambie.

Fuente: Dan Pallotta: “The way we think about charity is dead wrong”. http://www.ted.com/

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Una respuesta a Si queremos ayudar, primero hay que tener GENEROSIDAD DE PENSAMIENTO.

  1. vanessa campos dice:

    Este fin de semana me entere de 2 amiga muy ser cana padesen se canse de mama quisiera hacer una campana de concincia para apoyar para q las mujeres con la edad se chqueo

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