En la enseñanza, ¿los “smarthphones” son una “distracción” o una herramienta que puede “distraernos” de obsoletas costumbres?

Entendiendo por distracción al acto de distracción o estado de la distracción, que conduce a la confusión mental. O a algo que distrae, como por ejemplo una diversión inofensiva. Y el argumento mas utilizado para prohibir a los alumnos el uso de “teléfonos celulares” en un salón de clases es que son una distracción.

Convengamos que pocos pondrían en duda que la tecnología nos ha dado ventajas a raíz de la aparición y evolución de las computadoras. Tecnología, que aunque no siempre es visible, es evidente o influyente en casi todo lo que hacemos en nuestra sociedad hoy en día. Esto ha tenido un efecto incalculable en nuestra cultura y continuará a medida que evoluciona. Y el ordenador personal además ha permitido a las personas aplicar muchas de estas ventajas en su vida cotidiana.

La mayoría de los educadores han señalado que la tecnología ha tenido un efecto profundo en la enseñanza y el aprendizaje. Y que si bien, los celulares inteligentes con capacidad  ordenarores personales portátiles además son potentes dispositivos móviles personales de aprendizaje, lo que sí debe existir, es una importante cuestión de control sobre su utilización.

Si los estudiantes usan teléfonos en clase y reciben y hacen llamadas con el propósito de hablar, eso sí una distracción. Sin duda alguna, no es el momento adecuado para este tipo de conversaciones. Pero los educadores poseen estrategias de gestión del aula. Pueden poner en marcha procedimientos para manejar los problemas potenciales de las conversaciones telefónicas en clase y sus consecuencias. Y esa no es la distracción de la que hablamos. Es solo el habitual control de los recursos del aula por parte del educador y que forma parte de la dinámica de la clase.

Este tema no es nuevo. Durante años, los distritos escolares se negaron a poner teléfonos en las aulas con la creencia de que los teléfonos sería una distracción para los profesores (no recuerdo aulas con teléfonos en toda mi escolaridad). Pero como docente puedo decir que también es muy molesto y favorece la distracción en el aula: sufrir interrupciones durante las clases para llamar a algún alumno por tal o cual razón administrativa que puede ser tratada en otros momentos fuera del aula; el corte de pasto fuera de la ventana del salón de clases que seguramente puede ser realizado fuera del horario escolar; o alguien caminando en el pasillo; o peor aún, un curso entero que se traslada a un aula a otra durante el dictado de clases;…… Estas son la clase de las distracciones a las que los profesores y los estudiantes se enfrentan cotidianamente, y para nada están relacionadas con los teléfonos celulares.

El verdadero problema parece ser otro. En realidad hoy los chicos van más allá de las limitaciones de voz y mensajes de texto del teléfono móvil, y están utilizando Smartphones que tienen la capacidad de un ordenador personal. Y eso cambia la dinámica en el aula. Ahora los niños pueden mirar cosas en los teléfonos mientras escuchan las conferencias del docente. Ellos tienen acceso a buscadores de Internet y pueden comprobar los hechos para disputar lo que el docente dice.  Pueden tomar fotografías de la “pizarra” para guardarlas como notas. Hasta pueden grabar o filmar la presentación de un profesor para verla mas tarde. Y si bien todo ello puede ser aterrador para muchos educadores, en realidad es una poderosa herramienta de aprendizaje.

Pero, en la sociedad “toda”, el dispositivo tecnológico móvil más utilizado es el teléfono celular. Y la tecnología de este dispositivo nos da hoy la posibilidad de extender  su capacidad original y permitiéndonos acceder a Internet, reproducir música, videos, fotografías y otros recursos. Y nadie a puede escapársele (mucho menos a los educadores) que Los usuarios “nativos” de este tipo de dispositivos, junto a los reproductores MP4 e IPOD, son los jóvenes de un variado rango de edades (cada vez más temprana).

Por su parte, nuestro sistema educativo, desenvuelve sus actividades en ambientes no motivantes para los jóvenes, que por diversos motivos están ávidos de utilizar nuevas tecnologías. No hay que ser un gran observador para notar que las aulas y modelos educativos actuales no han cambiado mucho en 100 años.

Hoy existen propuestas que  pretenden integrar dispositivos tecnológicos de última generación, en poder de un alto porcentaje de jóvenes, en el diseño de nuevos modelos educativos.  Estos dispositivos  permiten a los estudiantes acceder a la información y contenidos, y a los docentes contar con herramientas que faciliten el logro de objetivos pedagógicos a través de la motivación y en base a nuevos modelos educativos.

Los educadores no necesitan ser expertos en nuevas tecnologías, sino coordinar el debate de ideas en las clases y utilizar esta herramienta, cuentan con procedimientos y métodos para que su uso no se convierta en un factor de distracción en el aula.  Y los docente y especialmente los directivos de las instituciones educativas deben estar conscientes que la tecnología nunca vuelve hacia atrás. Y por lo menos dar el debate que corresponde sobre el tema, antes de rechazarlo.

Además la enseñanza y el aprendizaje siempre será una mejor alternativa a la prohibición.

D.O.

Fuentes:
“Cellphones are a Distraction”. March 30, 2012. http://tomwhitby.wordpress.com/2012/03/30/cellphones-are-a-distraction/
Celulares: ¿herramientas para el aprendizaje? http://www.terras.edu.ar/jornadas/25/biblio/25EDUCAR-Celulares.pdf
IPOD y Celulares en Educación. Implementación de Enseñanza Móvil. MSC Ing. Raúl M. Caballero – Ing. Horacio C. Loyarte – Ing. Gustavo Maggiolo. Universidad Nacional del Litoral – Universidad Tecnológica Nacional Facultad Regional Paraná. http://www.caedi.org.ar/pcdi/Area%2011/11-474.PDF

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Una respuesta a En la enseñanza, ¿los “smarthphones” son una “distracción” o una herramienta que puede “distraernos” de obsoletas costumbres?

  1. Sí, realmente de acuerdo con usted, me cautiva tu pagina, algún día voy a volver. Lo voy a anadir en mis predilectos.

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